Cuando empecé a estudiar yoga me encontraba en un momento de mucha indecisión en mi vida, no podía ver claramente mi rumbo ni mi misión.

¿Te pasó de sentir que no tenés un camino claro en frente?

Bueno, esa sensación de estar perdida fue la que me llevó a aceptar el desafío que me proponía mi terapeuta en su afán de ayudarme a encauzar mi vida.

Y tengo que admitir que fue de las mejores decisiones que tomé, me llevó tiempo comprender que el camino era por ahí, porque la mente me llevaba al miedo a lo desconocido y me frenaba en el proceso. Ya sea que elijas esta formación para tener una salida laboral, o simplemente como un aprendizaje más, desde mi perspectiva, siempre será una decisión que te cambia la vida.

El profundo viaje hacia tu interior en el que te zambullís en cada clase, te muestra destellos de tu luz y oscuridades y te abre la puerta a un hermoso recorrido de autoconocimiento. Nunca volvés a ser el mismo después de esta formación, y siempre querés ir más y más profundo.

El yoga no es ir al gimnasio, no es solo mover el cuerpo, ni son las posturas contorsionistas que se ven tan lindas como irreales para la mayoría, el yoga es compasión, amor, crecimiento y continuo desarrollo personal.

En Ser Interior sumás ,además el componente humano, que abre espacios para amistades, lazos, conexiones con personas que están en la misma búsqueda. Ser Interior es comunidad, es un gran hogar que te recibe con los brazos abiertos, te abraza y te invita a quedarte aún después de haber terminado los procesos de aprendizaje.

Luján Marinello, estudiante de nuestro Profesorado de Yoga de 2017.